Autor de libros
para jóvenes, de la saga más bien infantil de aventuras de Benjamin Maulossène
y su familia, de álbumes ilustrados o
libros-álbum y de todo tipo de libros para todo tipo de públicos, es un ensayo
sobre la lectura su obra que ha cambiado la forma de afrontar el acto de leer
en buena parte del mundo desde su edición en 1992: Comme un roman (Como una
novela, Barcelona, Anagrama / Bogota, Norma). Cómo no, de este libro y sus 10 derechos del
lector 10, versó buena parte de sus reflexiones. Así repitió ordenadamente que
estos eran:
1) El derecho a no
leer.
2) El derecho a
saltarnos páginas.
3) El derecho a no
terminar un libro.
Derechos del lector ilustrados por Quentin Blake |
4) El derecho a
releer.
5) El derecho a
leer cualquier cosa.
6) El derecho al bovarismo
(volvernos bobos por lecturas de color rosa o del que sea como Madame Bovary
con sus novelitas románticas)
7) El derecho a
leer en cualquier sitio.
8) El derecho a
hojear.
9) El derecho a
leer en voz alta.
10) El derecho a
callarnos.
Se explayó en las
cuatro primeros recordando sus comienzos lectores detrás de la nube de humo que
envolvía a su fumador padre o de sus primeras clases en secundaria donde un
alumno con trece años le preguntó el primer día que si en ese curso había que
leer. Avanzó curiosidades animales: “Mi lengua materna es mi elemento natural,
como el aire o como el agua. Escribir para mí es un trabajo de ballena, me
sumerjo en el agua como elemento natural, allí abro la boca como la ballena y
retengo el plancton entre los dientes. La ballena lo tritura como yo trituro el
lenguaje y de esa inmersión salen frases que van conformando y animando mi vida
solitaria”. Soledades del escritor y del lector: “El hombre construye casas
porque está vivo, pero escribe libros porque se sabe mortal. Habita en bandas
porque es gregario, pero lee porque sabe que está solo. La lectura no toma el
lugar de nadie más, pero ninguna otra compañía puede remplazarla”. Le faltó el
resumen final: “Estos 10 derechos se resumen en un solo deber NO BURLARSE JAMÁS
de aquellos que no leen, si quieres que un día ... ellos lean”.
La coordinadora del
encuentro con Daniel ejerció de maestra de ceremonias demostrando que se había leído
su último libro –Journal d’un corps (sin traducir todavía al
castellano)- y sobre esta obra iban y venían preguntas para aclarar que es el
diario de un hombre escrito desde el punto de vista de su cuerpo y lo que le ocurre
de los 13 a los 87 años. Su otra obra en prensa, un relato infantil con oso y
ratitas que no se escuchan porque viven en planos diferentes, fue comentado de
paso, aunque fue puesto como ejemplo de cómo se lee: el lector anticipa cosas
que no suceden después, pero en este libro sí suceden en un juego de hacer
visibles las estrategias lúdicas del escritor que utiliza para sus historias.
El oso, Ernest, quiere ser músico y no juez como su padre y la ratita Celestin
es toda una revolucionaria en su mundo: quiere ser artista. Nos quedamos sin
saber el final, quizás por no atrevernos a ejercer nuestro derecho lector de
saber cómo acaba un relato.
Y allí se quedó
Daniel rodeado de gente y con su diploma de “Huésped de Honor de la Ciudad de
Buenos Aires”, dado al comienzo del acto por el ministro porteño del ramo del
libro que no pudo escuchar después la ironía de Pennac al contar que no se
esperaba este reconocimiento viviendo donde vive, aislado en un pequeño pueblo
a una hora de París. Cosas de la globalización.
¡Qué pennac no haberlo escuchado y visto!
ResponderEliminarDe paso, haber estado cerca de usted.
DW
Si algún día llega usted a leer esto, hola.
Eliminaren que libreria puedo encontrar este libro en Ecuador
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