domingo, 28 de agosto de 2011

PETER HÄRTLING: LITERATURA Y COMPROMISO

En la España de los años 80, después de pasada la dictadura y afianzada la democracia, empezaron a traducirse muchos obras de Literatura Infantil y Juvenil con temas comprometidos. La editorial Alfaguara, y su directora de colección Michi Strausfeld (una sonriente alemana que se radicó en España después de recorrer con su trabajo varios países europeos y sudamericanos), editó entonces los mejores libros de autores extranjeros de LIJ, alemanes como ella en particular. Peter Härtling fue uno de los escritores alemanes que empezaron a conocerse y disfrutarse, con temáticas realistas y personajes que interrogaban al lector.

En los años 90 Peter viajó a España y, aprendiz de muchas cosas, no me atreví a hacerle una entrevista en un idioma que no domino. Pero, años más tarde, con mi revista de LIJ -Peonza- cumpliendo veinte años y planeando un número sobre el compromiso literario fue el candidato ideal. Su obra es una referencia ineludible a la hora de analizar la presencia de los asuntos problemáticos de nuestro tiempo en los libros para los jóvenes lectores; y ello con un tratamiento riguroso, no panfletario y con calidad literaria. De modo que nos decidimos a realizarle una entrevista que salió en el número de Diciembre de 2006. Sus sintéticas palabras pueden ser un motivo para dirigir la atención hacia uno de los escritores clave de la LIJ europea del último tercio del siglo XX.

¿Cómo empezó a escribir literatura infantil? ¿Qué le impulsó a dirigirse a los jóvenes lectores?

Comencé a escribir para niños inspirado y, a la vez, irritado por la lectura de los libros de mis hijos. Yo solía leer lo que ellos leían. La literatura infantil en los años setenta me espantaba por su mentalidad simplista y su rutina.

En España, sus libros más conocidos en el campo de la literatura infantil pertenecen a la corriente realista: “La abuela”, “Ben quiere a Anna”, “El viejo John”. ¿Cuál cree que es el papel de la fantasía en los libros para niños?

Mi primera declaración teórica en relación con la literatura para niños fue una conferencia en 1969 titulada “Die Wirklichkeit der Kinder” (“La realidad de los niños”). Esta declaración era un alegato a favor de una verdadera fe en la fantasía.

¿Cuáles de sus libros considera de mayor actualidad en estos comienzos de un nuevo siglo?

En mi opinión, algunos de mis libros pueden hacer frente a este siglo desde un punto de vista temático, especialmente Muletas, Ben quiere a Ana, La abuela o ¿Qué fue del Girbel?.

En su obra muestra gran interés por todos aquellos asuntos que forman parte de la vida cotidiana de los niños, y los aborda sin edulcorar ni trivializar las experiencias infantiles. ¿No cree que en la actualidad hay, en la literatura infantil, un exceso de banalidad?

No sólo la literatura para niños se está volviendo más y más superficial. Esto se puede aplicar también a la literatura en general. Una razón podría ser que estamos enfrentados a la superioridad de los medios de comunicación que producen imágenes y películas las veinticuatro horas del día.

¿Cuál es su opinión acerca de la literatura que hoy se escribe para niños?

Lamentablemente, en este momento las empresas editoras favorecen un determinado tipo de literatura a la moda que evita cualquier tipo de problema.

En “Muletas”, con las secuelas de la II Guerra Mundial de fondo, presenta a los chicos el sufrimiento que causan las guerras. ¿Aprendemos los hombres de la Historia o tropezamos siempre en la misma piedra? 

En Krücke (Muletas), hablo acerca de mis propias experiencias durante la Segunda Guerra Mundial y la posguerra. Espero sinceramente que los niños entiendan el libro como un “ejemplo”, pero dudo que sean capaces de aprender de esa tragedia.

¿Qué opinión le merece el momento que atraviesa actualmente la Humanidad?

Nuestro estado de ánimo, que es un estado de ánimo global, puede hacernos sentir atemorizados. Los acuerdos tradicionales entre los seres humanos (pacifismo, fraternidad, racionalidad, y amistad) se están perdiendo.

Durante la infancia (y más aún en la adolescencia) cuando leemos determinados libros, a menudo sentimos que nos encontramos a nosotros mismos en sus páginas. ¿Qué libros le dejaron una huella más profunda como joven lector?

Desde que era un niño, y ahora como adulto, siempre he vivido entre libros. Lederstrumpf (Los cuentos de Calzas de Cuero) de James Fenimore Cooper tuvieron un impacto muy fuerte en mí, al igual que los poemas de Rainer María Rilke y Babicka, de Bozena Nemcova.

De entre los grandes clásicos de la literatura, ¿cuáles recomendaría a los niños de hoy?

Yo recomendaría a los jóvenes que leyeran dos libros muy importantes: Don Quijote de la Mancha, de Cervantes, y Guerra y Paz, de Tolstoi.

Usted fue uno de los pioneros de una generación de escritores que en los años setenta abordó temas considerados tabú en la literatura infantil y juvenil: el primer amor de unos niños, la relaciones entre generaciones, los problemas de los discapacitados, la situación de marginación de los inmigrantes, la vejez, la muerte. ¿De qué temas debería hablar hoy la literatura destinada a niños y jóvenes?

Para mí, los temas importantes que afectan a la vida de los jóvenes lectores podrían ser: la familia fragmentada, la soledad en medio de los demás, el acoso, el miedo, las relaciones heterogéneas, la pobreza y la riqueza.

En su país, el compromiso del escritor es un tema recurrente. Las últimas revelaciones de Grass han avivado la polémica. ¿Cuál es su opinión al respecto? ¿Pueden las palabras transformar el mundo?

Los autores de mi generación argumentaban y discutían de un modo político, se involucraban. Los jóvenes, en la actualidad, son más reservados. Creo que las palabras no pueden cambiar el mundo mientras que los pensamientos y las ideas sí pueden hacerlo.

Como escritor, se dirige usted también a los adultos con novelas, cuentos y poesía. ¿En qué campo se ha sentido más a gusto, en éste o en el de la literatura infantil?

Los niños se asoman a la lectura por primera vez y, por lo tanto, son muy importantes para mí.

¿Acude a encuentros con sus jóvenes lectores en escuelas y bibliotecas? Si es así, ¿qué le aporta el contacto con los receptores de su obra?

Las conversaciones con niños después de las lecturas públicas en escuelas y bibliotecas me inspiran, me proporcionan ideas frescas, algunas veces me confunden o me ponen en situaciones embarazosas y, gracias a ellos, me siento siempre al día.

¿Qué trabajos tiene en estos momentos sobre la mesa? ¿Cuáles son sus proyectos más inmediatos?

En este momento trabajo en una novela. Es acerca de un chico de doce años cuyos padres están siempre muy ocupados y, a menudo, fuera. Así que piden a los vecinos de la casa que echen un ojo a su hijo y después de un cierto tiempo todo el vecindario le “adopta”.


Peter Härtling nació en la ciudad alemana de Chemnitz, en 1933. Su infancia estuvo dramáticamente marcada por la II Guerra Mundial y sus consecuencias inmediatas (algo que se refleja en su obra). A la muerte de su padre, soldado del ejército alemán, le sucede el suicidio de la madre. Deberá afrontar tan trágicas circunstancias en medio de las estrecheces de la dura posguerra.

Sus inicios literarios se desarrollan en los campos de la poesía, el periodismo y la edición. Es autor de novelas biográficas para adultos sobre personajes históricos como Hölderlin o Schubert.

Comienza a escribir para niños movido por el enfado que le provoca la banalidad de los libros que sus hijos leían. Se convierte en uno de los máximos exponentes de la corriente del realismo crítico que, en los años setenta, empezó a abordar abiertamente en los libros infantiles cuestiones conflictivas como la guerra, la discapacidad, el racismo, la vejez, el abuso de menores, el primer amor o las relaciones entre niños y adultos. Para ello, escoge un planteamiento directo que evita el paternalismo, los mensajes explícitos y la moralina; y que interroga directamente al lector a través de finales abiertos. Busca la aproximación al lenguaje de los niños con un estilo sencillo y austero que, a la vez, resulta cálido y cercano a las preocupaciones de aquellos.

Se debe destacar el componente autobiográfico de algunos de sus libros (Muletas, sus experiencias infantiles en la posguerra mundial; La abuela, su crianza, tras la muerte de los padres, a cargo de su propia abuela). La obra de Peter Härtling, valiente y lúcida, ha alcanzado en España una notable difusión y un amplio reconocimiento por parte de la crítica y de los mediadores desde que empezara a traducirse a mediados de los años ochenta.

BIBLIOGRAFÍA  EN ESPAÑOL PARA NIÑOS Y JÓVENES:

Jakob detrás de la puerta azul. Alfaguara, Madrid, 1985.

¿Qué fue del Girbel? Lóguez, Salamanca, 1987.

Fraenze. Siruela, Madrid, 1991.

Cuentos de la guerra y otros relatos. Alfaguara, Madrid, 1991.

Theo se larga. Alfaguara, Madrid, 1992.

Ben quiere a Anna. Alfaguara, Madrid, 1992.                                

El viejo John. Alfaguara, Madrid, 1992.

La abuela. Alfaguara, Madrid, 1992.

Muletas. Alfaguara, Madrid, 1992.

Makulu. Desclée de Brouwer, Bilbao, 1992.                       

Con Clara somos seis. SM, Madrid, 1996.

Lena en el tejado. Alfaguara, Madrid, 1997.

Sofie cuenta historias. Alfaguara, Madrid, 1998.

Goethe para niños. Plaza & Janés, Barcelona, 1999.                      

Algo pasa en la librería. Alfaguara, Madrid, 2001.

Viaje contra el viento. SM, Madrid, 2001.

Tía Tili hace teatro. Alfaguara, Madrid, 2001.